¿De qué hablamos cuando hablamos de lenguaje inclusivo?

El lenguaje inclusivo, no sexista o no discriminatorio, como fenómeno relativamente reciente, despierta el interés entre escritores, lingüistas, filólogos, traductores y revisores. Se trata del uso del idioma de una manera voluntaria, evitando las definiciones de género o sexo. Sus expresiones se emplean en diversas disciplinas que investigan los efectos del sexismo en el lenguaje. En la calle, para algunos resulta excesivo y, para otros, una necesidad. Instituciones como la Real Academia Española (RAE), por su propia naturaleza, siempre van por detrás de la sociedad, pero lo cierto es que hay una inquietud por modernizar el lenguaje. Aquí se incluye también el tratamiento cada vez más informal del lector u oyente, promovido por la inmediatez del acceso a la información y las redes sociales.

Actualmente existen varias opciones para el uso del lenguaje:

Masculino genérico

De acuerdo con el precepto académico, «los sustantivos masculinos no solo se emplean para referirse a los individuos de ese sexo, sino también, en los contextos apropiados, para designar la clase que corresponde a todos los individuos de la especie sin distinción de sexos». Gramática, RAE, 2009. El hecho es que en cada vez más foros las mujeres son mayoría, por lo que el masculino genérico se queda corto. Pero la regla es clara y la última Gramática académica ofrece dos motivos para emplearlo:

  • La economía lingüística: se considera que las alternativas, como desdoblar cada apelación en dos géneros, son un circunloquio innecesario la mayor parte de las veces.
  • La concordancia gramatical: ante soluciones como el desdoblamiento sistemático, pasaría a ser mucho más complicada.

Desdoblamiento

Se llama desdoblamiento léxico a la mención expresa de los dos géneros. Esto es, se trata de no decir solo los niños para referirse a los niños y a las niñas, sino de escribirlo mencionando ambos géneros. Impulsado por la UNESCO ya hace 20 años, a nadie le extraña ya oírlo.

Se trata de una tendencia liderada, entre otros, por periodistas y la clase política. El peligro de este enfoque es que puede resultar pesado al lector u oyente y para el orador o escritor puede resultar difícil ser coherente con esta práctica. A veces se dan casos de personas que lo utilizan cuando hablan de temas de igualdad lo utilizan, mientras que lo olvidan cuando hablan de economía. La recomendación es usarlo entre otras opciones, en lugar de intentar hacerlo sistemáticamente.

La @, la x, la -e

A menudo se ha sugerido el uso de la terminación en @, x o e como alternativa a un masculino genérico o al desdoblamiento. Aunque tiene varias limitaciones que las han hecho caer casi en desuso, por ejemplo, por la dificultad de su pronunciación en el caso de la x o la @, puede resultar una opción válida en elementos gráficos. Pero algunos colectivos que defienden la visibilidad de aquellas personas que no se sienten identificadas con el género masculino o femenino han encontrado en estas terminaciones la mejor opción.

Uso de expresiones sin género o incluyentes

Una de las opciones más naturales del lenguaje castellano es el uso de nombres y expresiones sin género, por ejemplo, en lugar de “los ciudadanos y las ciudadanas”, utilizar “la ciudadanía”. Otros ejemplos serían “ser humano” o “persona”, en lugar de “hombre”y “mujer”; la clase política, en lugar de los políticos, o el cambio de adjetivos, como “diferentes ponentes” en lugar del masculino genérico “diversos ponentes”.

 

Lenguaje inclusivo

Muchas instituciones y organismos han desarrollado sus propias guías para un lenguaje inclusivo e incluso han aprovechado para revisar cómo nos referimos a personas con discapacidad física u orgánica.

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Información basada, entre otras, en las recomendaciones de Fundéu.